Dicen los padres que uno de los momentos más bonitos es ver a sus hijos dormir…el tiempo parece que se para y todo cobra sentido.
No en esa medida pero a veces en las aulas ocurre lo mismo, te quedas en un lugar observando lo que ocurre, sus conversaciones fantásticas, sus sonrisas, sus miedos…y te preguntas cómo son estos pitufos.
Entre esas experiencias llega Mayo y las excursiones, los informes, los exámenes... aunque todos siguen su ritmo, tú frenas .
¿Dónde estaré para el año? ¿Qué ocurrirá con los proyectos que aquí nacieron?
Y es que a veces los provisionales nos sentimos un poco como Labordeta con Galicia en la mochila. Por un lado nos forjamos, cogemos tablas y por otro, los sentimientos afloran y el corazón manda. Es raro despedirte de tus compañeros, de sus cafés, de sus charlas... es durante este mes cuando sin quererlo preparas motores para una posible partida. Empiezas como las abuelas a decirles donde dejas las cosas, lo que pueden hacer con tu material...
Eso se añade al final de tu carrera, de tu ciclo de Psicopedagogía, a tus tardes al volante, a los trabajos, a los paseos con tus compañeros...a la cena de esta noche para licenciarse.
Pero cuando nadie te ve, sientes la alegría de hacer lo que te gusta, de disfrutar con todos estos periodos y saber que merece la pena saber decir Adiós para saludar nuevas iniciativas.

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